Hay días en los que uno se desayuna noticias que cuanto
menos le sorprenden. La prensa de hoy recoge la iniciativa de cierto presidente
vecinal de movilizarse contra el nuevo PEPRI por la figura del fuera de
ordenación. No voy a entrar en cuestiones fáciles como el hecho de que dicho
presidente apenas tiene asociados dentro del ámbito PEPRI, voy a ir al fondo.
No deja de ser curioso que una persona que en sus
manifestaciones públicas se muestra como alguien con un ideario progresista
critique una figura urbanística altamente progresista que busca en todo momento
mejorar las condiciones urbanas de la ciudad y por tanto mejorar la calidad de
vida de los vecinos.
Tampoco parece lógico que nadie les diga a los vecinos del
ámbito que cerca de 200 edificios ya llevan en fuera de ordenación desde el año
98 y nadie les ha impedido ni hacer reformas ni hacer ascensores, y más cuando
la normativa que incluye el nuevo PEPRI es la misma que la del anterior a la
espera de que el PXOM aclare diversas cuestiones.
La defensa de un urbanismo moderno y progresista debería
estar dentro del programa y del ideario de los partidos y personas que se dicen
progresistas. Un planeamiento urbanístico no es un juego, es una normativa
fundamental para el desarrollo del territorio y el compromiso político con
dicho planeamiento debe ser total. Esto es, desde el momento en que un gobierno
decide realizar un planeamiento acorde con sus ideas debe defenderlo aunque con
ello se crea que se pierdan votos. La coherencia en el ideario debería primar
sobre el escándalo mediático.
Mediático porque es el poder de la prensa el que esta
haciendo que se creen mentiras y alarmas sociales en temas que no deberían
crearlos. En el año 98 no encontraremos ningún recorte de prensa que hablase
del fuera de ordenación que estaba introduciendo el PEPRI, no interesaba, no
vendía. El melón lo abre el PP en varios ayuntamientos a la vez con un único
fin, crear alarma social para llegar a alcaldías que hasta el momento parecían
inalcanzables, una vez abierta la veda todo vale.
Porque no nos engañemos, el problema no es el fuera de
ordenación, el problema es que hoy hay un alcalde en María Pita que ganó
diciendo, a sabiendas de que no era cierto, que suprimiría esta figura
urbanística. La crítica está ahí, en la mentira, no en las consecuencias de
dicha normativa que objetivamente y con la ley en la mano, son absolutamente
neutras para el pequeño propietario que tiene un piso en el ámbito a ordenar.
La arquitectura, y más concretamente el urbanismo, siempre
acaba pagando los males crónicos de las luchas políticas. No seamos pirómanos
con el futuro de la ciudad, que cuando el fuego se descontrole a lo mejor acaba
quemándonos.
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