Uno empieza a estar bastante cansado del discurso fácil de la crisis en
cuanto a la Arquitectura. Construir de acabó, no se va a proyectar nada, hay
que buscar otras vías a nuestra profesión,... Afirmaciones de quienes no
quieren reconocer que lo que se acabó es construir mamotretos sin uso,
proyectar edificios espectáculo o usar la arquitectura como vía de escape de
los egos de cada uno.
En el año 29, mientras los inversores se tiraban por la ventanas en una
crisis no muy diferente a la actual, en Nueva York se construía el último
rascacielos de una época de ostentaciones, el Empire State. Con una comparación rápida podríamos decir que era el
Gaiás de aquellos tiempos, un mamotreto maravilloso construido por quienes no
querían que parase la fiesta de los años 20. El Empty State como lo llamaron los neoyorkinos, estuvo vacío hasta
los años 50. La moraleja de aquella locura no tardaría en darle a la cara de
los que pensaban que los felices años 20 eran la pauta para superar la crisis. Tras
el crack, el racionalismo se abrió paso como una respuesta a lo verdaderamente
necesario y el fin de lo superfluo, atrás quedaban el art nouveau y el art decó
como espectros del pasado.
Una vez más esta teoría de la historia como un hecho cíclico se demuestra
real, y nos coloca ante la tesitura de que Arquitectura queremos para después
de la crisis, o incluso para durante la crisis, ya que parece que va para
largo. Tenemos ciudades llenas de Empty
States y ciudadanos que gritan a los cuatro vientos que la Arquitectura ha
muerto, cuando lo que ha muerto es esa obscenidad en la que vivíamos
instalados.
Lo simple y lo racional siguen siendo el camino para salir del pozo en el
que nosotros nos hemos metido y del que no quieren que salgamos. Una mirada a
la arquitectura nórdica se hace más que conveniente, y no tanto a la actual
como a la de Asplund, Lewerentz, el Utzon mas racional, Aalto,...
Girar la cabeza a Portugal y revisar la arquitectura de los pequeños
detalles y de las simples necesidades de Siza, Távora, Nuno Portas o Souto
Moura...
Dejarnos de estrellas fugaces y valorar la arquitectura española pura y sin
estridencias, la que perdura, Moneo, Campo Baeza, Bohigas,...
Recuperar a Corrales y Molezún, a De la Sota... más modernos hoy que mucha de la
arquitectura que llena las revistas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario